Todo ser humano necesita
de la presencia de Dios en su vida. Es por eso la necesidad de buscar de Su
presencia y de vivir una fe practica. Cuando no existe esto, el resultado es el
fracaso y el mal prevaleciendo en nuestra vida. Cuando no se tiene comunión con
Dios, se puede hasta progresar en algunos aspectos de la vida, pero aún así la
persona se termina sintiendo vacía, frustrada, depresiva aún ella teniendo una
capacidad y ser esforzada. Es por esto que muchas personas terminan cayendo en
los vicios de las drogas, alcoholismo y sus familias se terminan destruyendo.
Esto se debe a que el problema se encuentra en el interior y no en el exterior.
Cuando se quiere avanzar, progresar en la vida, es necesario resolver primero el problema interior, para que este se pueda reflejar en el exterior. El problema no esta en el país que uno ha inmigrado, en el trabajo, en los hijos, en el esposo (a), etc. El problema se encuentra dentro de uno. Pero en el momento en que uno se vuelve para Dios y existe una entrega verdadera, colocandololo en primer lugar, entonces el problema interior es resuelto y es así que los problemas exteriores seran resueltos también.
Como ejemplo a esto podemos citar cuando el pueblo de Israel se apartó de Dios. En ese tiempo vinieron los enemigos y se llevaron cautivo al pueblo. Pero la libertad del pueblo vendría al tiempo, cuando fue levantado un rey llamado Siro que era de Persia, el cual después de conquistar Babilonia, fue usado por Dios y permitió que 50,000 judíos salieran del cautiverio y fueran a Jerusalén para que pudieran reconstruir sus vidas.
Al volver los judíos a su tierra, comenzaron a trabajar en la reconstrucción del templo, de la ciudad, pero vinieron los samaritanos y comenzaron a poner obstáculos, para que ellos no reedificaran el templo del Señor. A causa de esto, los judíos volvieron a dejar la reconstrucción del templo, dejaron la casa de Dios y cada uno fue a vivir su propia vida, olvidándose de la reconstrucción del templo, la cual quedo parada por alrededor de 16 años. Ellos no buscaron más a Dios y dejaron de vivir la fe. Al no tener un lugar donde buscar a Dios, comenzaron de nuevo todos los problemas, hubo carencias económicas, las cosas comenzaron a salir mal, parecía que ellos ponían su dinero en un saco roto, y no entendían el por qué de un momento a otro todo estaba saliendo mal. Pero el resultado a todo esto se debía porque ellos no buscaron en primer lugar a Dios, no cuidaron de su relación con Dios, ellos se descuidaron de la fe.
Existen muchas personas que un día llegaron a la iglesia y al abrir su corazón para Dios, fueron liberadas, prosperadas, su familia fue restaurada, pero desafortunadamente en un momento de su vida, tal vez pensaron que como sus problemas estaban resueltos que ya no existía la necesidad de buscar más de Dios y la persona comenzo a descuidar su vida espiritual. Después la persona se terminó enfriando en la fe y se terminó apartando de Dios, por lo que esto la volvió a llevar al fracaso.
La Palabra de Dios dice: “Pues así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto… Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? Dice el Señor de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa”. (Hageo 1:5-9). El motivo por el cual todo se estaba derrumbando la vida del pueblo, era porque ellos dejaron de cuidar de la casa de Dios y descuidaron de su relación con Dios. La clave o el secreto de una vida exitosa, de una vida bendecida en todos los aspectos es uno buscar en primer lugar el Reino de Dios. Si ponemos a Dios en primer lugar, todas las cosas son añadidas.
No descuidemos las cosas de Dios, pongámoslas como prioridad en nuestra vida y así todo lo que nosotros queramos conquistaremos. Si usted no esta teniendo éxito en lo que hace, busque de Dios, acérquese a Él sinceramente, colóquelo en primer lugar y usted experimentará un verdadero cambio de vida. Dios los bendiga.
Cuando se quiere avanzar, progresar en la vida, es necesario resolver primero el problema interior, para que este se pueda reflejar en el exterior. El problema no esta en el país que uno ha inmigrado, en el trabajo, en los hijos, en el esposo (a), etc. El problema se encuentra dentro de uno. Pero en el momento en que uno se vuelve para Dios y existe una entrega verdadera, colocandololo en primer lugar, entonces el problema interior es resuelto y es así que los problemas exteriores seran resueltos también.
Como ejemplo a esto podemos citar cuando el pueblo de Israel se apartó de Dios. En ese tiempo vinieron los enemigos y se llevaron cautivo al pueblo. Pero la libertad del pueblo vendría al tiempo, cuando fue levantado un rey llamado Siro que era de Persia, el cual después de conquistar Babilonia, fue usado por Dios y permitió que 50,000 judíos salieran del cautiverio y fueran a Jerusalén para que pudieran reconstruir sus vidas.
Al volver los judíos a su tierra, comenzaron a trabajar en la reconstrucción del templo, de la ciudad, pero vinieron los samaritanos y comenzaron a poner obstáculos, para que ellos no reedificaran el templo del Señor. A causa de esto, los judíos volvieron a dejar la reconstrucción del templo, dejaron la casa de Dios y cada uno fue a vivir su propia vida, olvidándose de la reconstrucción del templo, la cual quedo parada por alrededor de 16 años. Ellos no buscaron más a Dios y dejaron de vivir la fe. Al no tener un lugar donde buscar a Dios, comenzaron de nuevo todos los problemas, hubo carencias económicas, las cosas comenzaron a salir mal, parecía que ellos ponían su dinero en un saco roto, y no entendían el por qué de un momento a otro todo estaba saliendo mal. Pero el resultado a todo esto se debía porque ellos no buscaron en primer lugar a Dios, no cuidaron de su relación con Dios, ellos se descuidaron de la fe.
Existen muchas personas que un día llegaron a la iglesia y al abrir su corazón para Dios, fueron liberadas, prosperadas, su familia fue restaurada, pero desafortunadamente en un momento de su vida, tal vez pensaron que como sus problemas estaban resueltos que ya no existía la necesidad de buscar más de Dios y la persona comenzo a descuidar su vida espiritual. Después la persona se terminó enfriando en la fe y se terminó apartando de Dios, por lo que esto la volvió a llevar al fracaso.
La Palabra de Dios dice: “Pues así ha dicho el Señor de los ejércitos: Meditad bien sobre vuestros caminos. “Sembráis mucho, y recogéis poco; coméis, y no os saciáis; bebéis, y no quedáis satisfechos; os vestís, y no os calentáis; y el que trabaja a jornal recibe su jornal en saco roto… Buscáis mucho, y halláis poco; y encerráis en casa, y yo lo disiparé en un soplo. ¿Por qué? Dice el Señor de los ejércitos. Por cuanto mi casa está desierta, y cada uno de vosotros corre a su propia casa”. (Hageo 1:5-9). El motivo por el cual todo se estaba derrumbando la vida del pueblo, era porque ellos dejaron de cuidar de la casa de Dios y descuidaron de su relación con Dios. La clave o el secreto de una vida exitosa, de una vida bendecida en todos los aspectos es uno buscar en primer lugar el Reino de Dios. Si ponemos a Dios en primer lugar, todas las cosas son añadidas.
No descuidemos las cosas de Dios, pongámoslas como prioridad en nuestra vida y así todo lo que nosotros queramos conquistaremos. Si usted no esta teniendo éxito en lo que hace, busque de Dios, acérquese a Él sinceramente, colóquelo en primer lugar y usted experimentará un verdadero cambio de vida. Dios los bendiga.
por: Obispo Paulo Roberto - http://souservodedeus.blogspot.com/2010/02/alejados-de-dios.html
Identidad Perdida
La relación entre Creador y criaturas ha sufrido un
daño irreversible, la cual solamente podrá ser restaurada por la intervención
del Señor.
Versículo: Juan
1:1-14
La visita de la Luz
del mundo a los hombres debería haber sido motivo de
profundo regocijo entre las personas. No obstante, Juan revela una reacción muy
diferente a la esperada. Lea los versos 7 al 11 de este capítulo. ¿Cuál fue
la reacción de los hombres? ¿Qué indica esto acerca de nuestra condición como
pecadores? ¿Qué debe suceder para que seamos capaces de ver la luz que brilla
en las tinieblas?
La descripción que nos ofrece Juan acerca de la
persona de Cristo pareciera dirigirse hacia un desenlace natural: la luz que
tanto necesita el mundo se presenta entre nosotros e «ilumina a todo hombre»
(v. 9). Estos, extasiados porque finalmente han encontrado lo que tanto tiempo
han buscado, reciben con gratitud la presencia de la luz y reordenan sus vidas
conforme a la visión que ahora poseen. El relato de este evangelio, sin
embargo, da un giro inesperado. «Existía la luz verdadera que, al venir al
mundo, alumbra a todo hombre. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por
medio de El, y el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le
recibieron» (vv. 10-11).
Él es la respuesta a todas nuestras preguntas, el
objeto de nuestros más profundos anhelos, la razón por la que existimos.
La llegada del Mesías representa una oportunidad sin igual en la
historia de la humanidad. No se trata de conocer a alguien que puede
auxiliarnos a la hora de descifrar los misterios de la vida, sino a uno que nos
ofrece la posibilidad de entrar en contacto con Aquel de quien fluye la
existencia de todo lo que habita en el universo. Él es la respuesta a todas nuestras
preguntas, el objeto de nuestros más profundos anhelos, la razón por la que
existimos.
Frente a la extraordinaria posibilidad que esto
representa, los textos que acabamos de leer revelan una tragedia de
incalculables proporciones. Juan afirma que el mundo no lo reconoció. Se
entiende por esto que la desfiguración sufrida por el pecado ha sido tan
profunda y absoluta que el pecador ya no reconoce en su Creador ninguna
similitud con su propia persona. La distancia que lo separa de Aquel que dio
inicio a la vida es tan enorme que ya no guarda ningún registro de lo que
alguna vez significó haber sido creado a imagen y semejanza de Dios.
La misma actitud es la que identifica el apóstol
Pablo en su carta a la iglesia en Roma: «NO HAY JUSTO, NI AUN UNO; NO HAY
QUIEN ENTIENDA, NO HAY QUIEN BUSQUE A DIOS». A pesar de nuestra convicción
de ser personas que «buscamos» a Dios, la verdad es que Cristo no es bienvenido
entre aquellos que moran en las tinieblas. La relación entre Creador y
criaturas ha sufrido un daño irreversible, la cual solamente podrá ser
restaurada por la intervención directa del Señor.
Por esto, no estamos errados al afirmar que no es
por iniciativa propia que nos acercamos a Dios, sino siempre en respuesta a los
pasos que él toma en nuestra dirección. Este principio es importante para el
ejercicio de una vida espiritual
sana, porque nos ubica en el plano que nos corresponde, el de gente que reacciona
frente a la intervención divina. Recordarlo servirá para mantener, en todo
momento, una actitud de profunda gratitud por la incomparable gracia de nuestro
Señor.
por: http://www.desarrollocristiano.com/devocional.php?id=886
Versículo:
Filipenses 4:13. No cabe duda que
este versículo presenta un principio general de la vida
espiritual, pero
resulta mucho más interesante pensar en el significado que tiene dentro del
contexto que estaba escribiendo el apóstol Pablo.
El tema que viene tratando este segmento del capítulo 4 es, precisamente, la respuesta del cristiano frente a diferentes estados económicos. La iglesia de Filipo había enviado al apóstol una ofrenda, acción que le produjo gran alegría. Mas Pablo aclara inmediatamente que su alegría no es tanto por la ofrenda en sí, sino por lo que significa la oportunidad de dar para aquellos que andan en novedad de vida. En lo que a él se refería, señala que su gozo frente a la ofrenda no es …porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (4.11 y 12). Y luego agrega: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»La abundancia trae consigo el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que producen las riquezas. Tomemos nota de este contexto. Hay muchos desafíos que enfrentan al discípulo de Cristo que requieren de un especial compromiso con Dios para ser sobrellevados victoriosamente. De todos ellos, sin embargo, ninguno pone al cristiano frente a un peligro tan grande como el tema del dinero. En otra carta, Pablo había declarado categóricamente: «porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Ti 6.10). En mi experiencia pastoral no he encontrado, tampoco, algo que posea mayor capacidad para robarse el corazón del hijo de Dios que los asuntos relacionados al dinero.
¿A qué peligros, puntualmente, se está refiriendo el apóstol en el pasaje de hoy? Al reto de vivir en abundancia y en escasez. La abundancia trae consigo el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que producen las riquezas, confiando más en los tesoros de este mundo que en el Señor. La pobreza, por otro lado, nos desafía a no creer que el dinero es la solución a todos los problemas de la vida. El pobre es acosado por su necesidad a cada momento y puede llegar, desde un lugar muy diferente al rico, a estar obsesionado también por el dinero.
El apóstol Pablo le escribe a los filipenses que había aprendido a vivir con contentamiento. Es decir, esa particular disposición a dar gracias siempre por lo que uno ha recibido, sin fijarse en lo que a uno le falta. Es esa convicción profunda, de corazón, que todo lo que tenemos, sea mucho o poco, viene de la mano de un Dios amoroso que no tiene obligación de darnos nada. Todo, en últimas instancias, es un regalo. De allí la permanente felicidad del apóstol.
Para pensar:
Señor mío,... No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios. (Prov 30.8 y 9).
El tema que viene tratando este segmento del capítulo 4 es, precisamente, la respuesta del cristiano frente a diferentes estados económicos. La iglesia de Filipo había enviado al apóstol una ofrenda, acción que le produjo gran alegría. Mas Pablo aclara inmediatamente que su alegría no es tanto por la ofrenda en sí, sino por lo que significa la oportunidad de dar para aquellos que andan en novedad de vida. En lo que a él se refería, señala que su gozo frente a la ofrenda no es …porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación.
Sé vivir humildemente, y sé tener abundancia; en todo y por todo estoy enseñado, así para estar saciado como para tener hambre, así para tener abundancia como para padecer necesidad (4.11 y 12). Y luego agrega: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece.»La abundancia trae consigo el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que producen las riquezas. Tomemos nota de este contexto. Hay muchos desafíos que enfrentan al discípulo de Cristo que requieren de un especial compromiso con Dios para ser sobrellevados victoriosamente. De todos ellos, sin embargo, ninguno pone al cristiano frente a un peligro tan grande como el tema del dinero. En otra carta, Pablo había declarado categóricamente: «porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores» (1 Ti 6.10). En mi experiencia pastoral no he encontrado, tampoco, algo que posea mayor capacidad para robarse el corazón del hijo de Dios que los asuntos relacionados al dinero.
¿A qué peligros, puntualmente, se está refiriendo el apóstol en el pasaje de hoy? Al reto de vivir en abundancia y en escasez. La abundancia trae consigo el particular desafío de no ceder frente a la soberbia que producen las riquezas, confiando más en los tesoros de este mundo que en el Señor. La pobreza, por otro lado, nos desafía a no creer que el dinero es la solución a todos los problemas de la vida. El pobre es acosado por su necesidad a cada momento y puede llegar, desde un lugar muy diferente al rico, a estar obsesionado también por el dinero.
El apóstol Pablo le escribe a los filipenses que había aprendido a vivir con contentamiento. Es decir, esa particular disposición a dar gracias siempre por lo que uno ha recibido, sin fijarse en lo que a uno le falta. Es esa convicción profunda, de corazón, que todo lo que tenemos, sea mucho o poco, viene de la mano de un Dios amoroso que no tiene obligación de darnos nada. Todo, en últimas instancias, es un regalo. De allí la permanente felicidad del apóstol.
Para pensar:
Señor mío,... No me des pobreza ni riquezas; Mantenme del pan necesario; No sea que me sacie, y te niegue, y diga: ¿Quién es Jehová? O que siendo pobre, hurte, Y blasfeme el nombre de mi Dios. (Prov 30.8 y 9).
por:
Christopher Shaw
http://www.desarrollocristiano.com/devocional.php?id=987&c=28
Jesús denuncia toda
forma de oración que tenga como intención impresionar. Sin decirlo en
forma directa, Cristo estaba descartando el «estilo» de oración de la mayoría
de las prácticas religiosas que conocemos. Las plegarias pueden venir vestidas
de diferentes colores, pero la intención siempre es conseguir algo a cambio de
la oración ofrecida. En un comentario adicional, recuerda a la multitud el
verdadero propósito de la oración.
Debemos confesar que nosotros, los evangélicos, también necesitamos de este recordatorio, pues en la mente de muchos la oración existe pura y exclusivamente para conseguir cosas. Por esta razón nuestras oraciones no pasan más allá de la lista de peticiones que nos acompaña a todos lados. La oración no es tan importante por lo que nosotros decimos, sino por la oportunidad que nos trae de estar con nuestro Padre celestial.
Percibiendo esta tendencia universal entre los hombres Jesús advirtió que no era necesario impresionar a Dios con las palabras o la cantidad de repeticiones «porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad antes que vosotros le pidáis». Es decir, el objetivo de la oración no es siquiera el informar a nuestro Dios de nuestras necesidades, porque no necesita de nuestra informe para tomar conciencia de lo que necesitamos.
Jesús no estaba diciendo que no debemos pedir, sino que la petición no debe ocupar mucho de nuestro tiempo porque es un ejercicio que no tiene mucho sentido cuando se trata de un Dios que ya sabe lo que requerimos. A la luz de esto, nos atrevemos a afirmar que la oración no es tan importante por lo que nosotros decimos, sino por la oportunidad que nos trae de estar con nuestro Padre celestial. Por supuesto que esto presupone que no vamos a construir nuestras oraciones alrededor de nuestro incesante parloteo, sino que vamos a disfrutar del momento de intimidad y recogimiento que ofrece el estar en «secreto con nuestro Padre».
A manera de modelo Jesús dejó un oración «tipo». Esta oración podía ser usada por los novatos y estudiada por los maduros, como ejemplo de la clase de oración que puede agradar al Padre. Mucho se ha escrito sobre el «Padre nuestro», por lo que no quiero más que compartir alguna observación personal.
Notamos una maravillosa ausencia de las palabras «yo», «mí» y «mío» en esta oración. Está permeada de un sentido de comunidad, captada en frases que son elevadas a favor y en nombre de «nosotros». También vemos que la oración dedica un buen espacio a los temas que son de interés a Dios, tales como la extensión del reino, la obediencia a su nombre, y la confesión de pecado (¡tan ausente hoy en nuestras oraciones!). Las peticiones en sí son pocas y sencillas: el pan de cada día y la liberación de experiencias que tientan. Todo esto está envuelto en un manto de adoración, en el que se reconoce la cercanía de Dios a nosotros (Padre), la soberanía del altísimo (que estás en los cielos), y su poder eterno (porque tuyo es el Reino, el poder y la gloria, por todos los siglos).
En resumen, tenemos aquí un admirable modelo que puede guiar e informar nuestra propia experiencia de oración. Jesús añadió una aclaración; ¿cuál es? ¿qué conexión tiene con la oración?
por: http://www.desarrollocristiano.com/devocional.php?id=848&c=all
La iglesia enfrenta
hoy una nueva dimensión de la evangelización, la evangelización urbana. Más de
la mitad de la población mundial habita en ciudades que superan los cien mil
habitantes, y varias ciudades del mundo ingresaron al nuevo milenio con
poblaciones que superan los diez millones. México, San Pablo, y Buenos Aires se
cuentan entre las diez ciudades más pobladas del mundo. ¡Y México crece a razón
de más de mil quinientas personas por día!
La población urbana
aumenta también por la migración del campo a la ciudad. Un siglo atrás, 90% de
la población venezolana vivía en el campo; hoy la proporción es casi inversa.
Junto con la
población, en las ciudades, se eleva en forma acelerada la pobreza, la
violencia, la promiscuidad, el hacinamiento, las enfermedades y la inseguridad.
Esta es la realidad cotidiana de las ciudades modernas, y frente ella sus
habitantes se muestran desorientados y ansiosos.
Existe una
renovación espiritual en marcha dentro del cuerpo de Cristo y se va
profundizando cada día. El Espíritu Santo estimula de manera continua al pueblo
de Dios a revisar las estructuras de la iglesia para que consiga alcanzar a
toda la humanidad con el mensaje del evangelio.
por: http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=2501&c=55
por: http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=2501&c=55
La parte más visible y pública de nuestro ministerio son las
actividades que efectuamos. Llenamos el calendario de la iglesia con ellas:
escuela dominical, estudio bíblico, convivencia navideña, semana de la Reforma,
club infantil, aniversario del grupo de mujeres, y la lista podría
seguir. La vida de la iglesia transcurre de actividad en actividad.
Invertimos tanto tiempo en la planeación y ejecución
de actividades que podríamos llegar a pensar que el propósito del ministerio de
una iglesia es «hacer actividades». Es decir, podemos quedar satisfechos con
llenar el calendario de la iglesia y sentir que cumplimos nuestra misión. En
esos casos, el medio (la actividad) se convierte en el fin (la misión). Pero
nuestra misión no es llevar a cabo actividades, sino formar discípulos. Las
actividades son medios para lograr este fin supremo. Por eso, seamos más sabios
y estratégicos con nuestro planeamiento y ejecución de actividades en la
iglesia.
Si bien es cierto que el divorcio existe dentro de
nuestras iglesias, el porcentaje es muchísimo más bajo comparado con la
población general.
He comprobado que los matrimonios que a menudo leen
la Biblia y oran juntos están más capacitados para solucionar los problemas de
convivencia, hallar consuelo en el desaliento y renovar el amor que aquellos
que no lo hacen.
Un matrimonio nunca llega más alto que cuando están juntos de rodillas. Para que la pareja sea sólida se necesita un buen cimiento que es Jesucristo, y para que crezca, el culto familiar debe estar presente regularmente.
En algunos matrimonios Dios llega a ser un integrante más de la pareja; se lo incluye y consulta en todo. Había un matrimonio que practicaba la "oración dialogada" o conversacional. Oraban juntos: primero uno por breves minutos, luego el otro y así sucesivamente. Primero oraban por un tema hasta agotarlo, luego pasaba a otro.
por: Daniel Rota - http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=357&c=52
Un matrimonio nunca llega más alto que cuando están juntos de rodillas. Para que la pareja sea sólida se necesita un buen cimiento que es Jesucristo, y para que crezca, el culto familiar debe estar presente regularmente.
En algunos matrimonios Dios llega a ser un integrante más de la pareja; se lo incluye y consulta en todo. Había un matrimonio que practicaba la "oración dialogada" o conversacional. Oraban juntos: primero uno por breves minutos, luego el otro y así sucesivamente. Primero oraban por un tema hasta agotarlo, luego pasaba a otro.
por: Daniel Rota - http://www.desarrollocristiano.com/articulo.php?id=357&c=52
Solo el Espíritu Santo tiene el poder para hacer
los cambios que Dios quiere efectuar en nuestras vidas. Este proceso se llama
santificación. No puedes reproducir el carácter de Jesús si dependes de tu
propia fuerza. Por el contrario, debes confiar y prestar atención al Espíritu
que mora en nosotros.
Sin embargo, el Espíritu Santo libera su poder en
el momento en que das un paso de fe. Dios espera que actúes primero. Dios
también usa su Palabra, su pueblo y las circunstancias para moldearnos. La
palabra de Dios nos provee la verdad que necesitamos para crecer, el pueblo de
Dios nos brinda el apoyo que necesitamos para crecer, y las circunstancias son
el entorno donde practicar el carácter de Cristo.
“Pero sabemos que cuando él venga, seremos como él, porque lo veremos como él realmente es.” 1 JUAN 3:2
Llegar a ser como Cristo es un proceso de crecimiento largo y lento.
La madurez espiritual no es instantánea ni automática; es un desarrollo gradual y progresivo que llevará el resto de tu vida. Nuestra transformación espiritual en cuanto al desarrollo de carácter de Jesús se completará cuando lleguemos al cielo o cuando Jesús vuelva.
Cuando al fin podamos ver a Jesús perfectamente, llegaremos a ser exactamente como él. Jesús quiere hacernos como él mismo antes de llevarnos al cielo. Este es nuestro privilegio principal, nuestra responsabilidad inmediata y nuestro destino final.
“Pero sabemos que cuando él venga, seremos como él, porque lo veremos como él realmente es.” 1 JUAN 3:2
Llegar a ser como Cristo es un proceso de crecimiento largo y lento.
La madurez espiritual no es instantánea ni automática; es un desarrollo gradual y progresivo que llevará el resto de tu vida. Nuestra transformación espiritual en cuanto al desarrollo de carácter de Jesús se completará cuando lleguemos al cielo o cuando Jesús vuelva.
Cuando al fin podamos ver a Jesús perfectamente, llegaremos a ser exactamente como él. Jesús quiere hacernos como él mismo antes de llevarnos al cielo. Este es nuestro privilegio principal, nuestra responsabilidad inmediata y nuestro destino final.
Dónde está Dios
Cierto día un niño estaba en la casa de un herrero,
y este se mofaba del niño diciéndole:
- ¿Qué es eso de que Dios está dentro de ustedes y
ustedes dentro de Dios? ¿a quién quieren hacer creer eso farzantes? El niño quedó mudo sin respuesta
Mientras tanto el herrero seguía con su trabajo con
la fragua, de repente sacó un hierro incandescente , blanco de tanto
fuego.
Entonces, el niño le dice al herrero:
- Señor, me puede decir (refiriendose al hierro
caliente) si el fuego está dentro del hierro o el hierro dentro del fuego?
El herrero pensó y le respondió:
- Bueno, aquí los dos están uno dentro del otro.
A lo que el niño replicó:
- Así
somos nosotros con Dios
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